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Consideraciones sobre el Kama Loka - Subba Row

Subba

CONSIDERACIONES SOBRE EL KAMA-LOKA

(Sugeridas por un artículo del señor Sinnett, sobre el mismo tema, publicado en The Theosophist, febrero, 1885, pág. 106).

Al considerar este tema debemos, ante todo, cuidar de comprender que los siete Principios en el hombre no son varias entidades, o substancias, que pueden ser separadas y ser consideradas cada una como una individualidad distinta, con características definidas peculiares a ellas mismas. En sánscrito los diferentes Principios son denominados Upadhis, es decir, las envolturas o bases de los diferentes estados de existencia de la Vida Una. El asiento de la conciencia que da nacimiento a la sensación de individualidad y el sentido. de “Yo soy yo” se haya en el quinto Principio.

Si no hubiera quinto Principio, es decir, si no hubiera conciencia de  individualidad, todos los otros estados de existencia serían inexistentes, porque sin un ego perceptor no podría haber ni percepción ni ningún objeto de percepción. Por eso se dice que, sin el Hijo (el germen de conciencia en el Logos despertado a la actividad en el momento de la evolución cósmica) no hay ni Padre ni Madre. El Padre y el Espíritu Santo se manifiestan cuando nace el Hijo y esta es la verdadera explicación oculta de la Trinidad en la Unidad y de la Unidad en la Trinidad. Tal vez se haga la objeción de que los animales pueden tomar conocimiento de la existencia, aunque ellos no tienen un quinto Principio, pero la razón de esto es, que aunque el quinto Principio no está en los animales unido a los Principios inferiores de ellos, sin embargo, él los cobija. De modo que, hablando con propiedad, es sólo el quinto Principio el que desempeña una parte prominente en los varios estados del hombre, durante la vida y después de la muerte. Por su asociación (no importa cómo, por el momento) con los Principios inferiores, genera tendencias terrenas y materiales que lo atraen hacia lo inferior. Al mismo tiempo, por estar cobijado el quinto Principio por su Padre (los Principios sexto y séptimo) genera aspiraciones más elevadas que lo atraen hacia lo superior.

Después de la muerte física, cuando la entidad pasa al Kama-loka, la verdadera lucha queda confinada sólo al quinto Principio, esto es, al asiento de la conciencia, junto con las afinidades generadas en ella durante su encarnación terrena. Por tanto, en el Kama-loka, el cuarto Principio o Kama-rupa, que es el Upadhi, o asiento de todos los terrenos deseos, pasiones, etc., arrastra hacia sí aquellas afinidades del quinto Principio, que son de naturaleza material, mientras que las aspiraciones más elevadas son atraídas hacia los Principios sexto y séptimo. Este concepto puede aclararse si recordamos que el séptimo Principio es la fuente de energía, mientras que el sexto Principio es meramente la energía irradiada por el séptimo . Los aspectos de la Realidad Una Universal en el ser humano pueden ser divididos en tres y también en siete, según la clasificación que se

adopte. Los tres primeros son: vida física, vida astral y vida espiritual, y los siete: (1) vida física; (2) el estado que media entre la vida física y la vida astral; (3) la vida astral; (4) el estado que media entre la vida astral y la vida espiritual; y (5), (6), ( 7), los tres estados de vida espiritual. En la vida física, todas las actividades físicas son más intensamente materiales, mientras que la vida astral se manifiesta durante la temporaria cesación de las actividades físicas, como ocurre en el sueño, etc. Cada vida se manifiesta sólo en aquellas esferas a las cuales está adaptada su organización. Así, pues, para manifestarse en este mundo físico, es necesario un organismo físico, desde que sin su ayuda ninguna actividad puede manifestarse en esta esfera: En esta vida hemos traído con nosotros, por así decir lo, una acreción de atributos1 que han sido producidos por los efectos de las causas generadas en una previa encarnación.

Al mismo tiempo, tenemos una organización que nos capacita para generar nuevas causas. Cuando el cuerpo físico está gastado por las actividades manifestadas por medio de él, la fuerza cohesiva que mantiene juntas sus partículas, se debilita gradualmente hasta que ocurre la muerte física. Nosotros, por tanto, no morimos repentinamente, excepto en casos de muerte súbita causada por accidentes, etc.; sino que estamos muriendo en forma gradual a cada momento de nuestras vidas. Cuando el principio vital encuentra que su actual Sthula Zarira no es apropiado para ser habitado, lo deja, para animar a otro. Sthula Zarira. El tercer Principio, que es la aglomeración de las emanaciones magnéticas del cuerpo físico, se desintegra a la muerte de este último. En cuanto al cuarto Principio, por su contacto con el tercero durante la vida física, ha atraído algo de su esencia, pero esta esencia es como el perfume de una rosa, que permanece durante un tiempo después que la rosa ha sido destruida.

Es por eso que el así llamado cuerpo astral, puede ser visto a distancia por los amigos o parientes de un hombre en trance de muerte. El pensamiento concentrado, un intenso deseo de ver a un amigo, etc., utiliza el cuarto Principio, el cual, por la esencia del tercero acumulada a su alrededor, se hace a sí mismo objetivo para el amigo distante. Y tal manifestación es solo posible en tanto esta esencia se halla retenida. Esta es la razón de la costumbre inda de incinerar los cadáveres, pues cuando el cuerpo ha sido incinerado, no es posible obtener de él ninguna esencia astral. Pero un cuerpo sepultado, aunque en proceso de descomposición, todavía conserva su aura, por débil que ella sea, por conducto de la cual la entidad desencarnada se encuentra capacitada para manifestarse. Cuando el hombre agoniza, se produce una lucha entre el hombre físico y el hombre astral, hasta terminar en la muerte física. Este resultado produce un choque que aturde al hombre astral, quien pasa a un estado de sueño inconsciente hasta su nuevo despertar en el Kamaloka.

Este sueño es el segundo estado de existencia. Esta es la causa por la cual las “apariciones” son vistas algún tiempo después de la supuesta muerte del hombre. Pero por un examen cuidadoso, puede comprobarse que el hombre sólo aparenta estar muerto, y aunque la ciencia médica no pueda percibir ninguna señal de vida en él, todavía, en realidad, la lucha entre el hombre físico y el hombre astral no ha terminado.

Es debido a que esta lucha prosigue, silenciosamente, que los antiguos aconsejaban absoluto silencio, ante la solemne presencia de la muerte. Cuando el hombre despierta en el Kama-loka, comienza para él su tercer estado de existencia. El cuerpo físico, que es sólo el que permite al hombre generar causas, no existe ya y sólo le conciernen ahora aquellas afinidades que él ya ha engendrado. Mientras prosigue esta lucha en el quinto Principio, le es casi imposible a la entidad, manifestarse sobre la tierra. Y cuando un morador de esta tierra trata de establecer una conexión con aquella entidad, lo único que hace es turbar esa paz que le es tan necesaria. Por eso los antiguos prohibían terminantemente esas prácticas, a las cuales daban el nombre, de necromancia, por considerarlas perniciosas tanto para el des encarnado como para el que las practica.

La naturaleza de la lucha depende de las tendencias engendradas por el individuo en su vida física. Si él fue demasiado materialista, demasiado grosero, demasiado sensual y, si no tuvo ningunas o tuvo muy escasas aspiraciones espirituales, entonces la atracción hacia lo inferior de las afinidades más groseras, es causa de asimilación de la conciencia inferior con el cuarto Principio. El hombre, entonces; se vuelve algo así como un animal astral, y continúa en ese estado hasta que, por el proceso del tiempo, esa entidad astral se desintegra. Las pocas aspiraciones espirituales que él pudo haber tenido son transferidas a la mónada; pero la conciencia separada al ser atraída hacia el alma animal, muere con ella y su personalidad es así aniquilada. Pero si un hombre es medianamente espiritual como lo son la mayoría de nuestros semejantes, entonces la lucha en el Kama-loka varía de acuerdo con la naturaleza de sus afinidades,

hasta que la conciencia, uniéndose a los más elevados Principios, se separa por completo de su “cascarón astral”, y está pronta para ir al Devachán. Si una persona es elevadamente espiritual, su Kama-loka es de una duración muy corta, porque la conciencia es prontamente asimilada a los principios más elevados y pasa al Devachán. Se verá, pues, que en cualquier caso, el intercambio con las entidades del Kama-loka es sumamente perjudicial para el progreso de esas entidades y es también causa de gran daño para las personas que hacen uso de tales prácticas. Esta interrupción en el proceso evolutivo de esas entidades es tan perniciosa y aún más que el disturbar el silencio en torno a un agonizante en este plano físico.

Cuando se recuerda que el cuarto Principio; por su contacto con el quinto, se ha asimilado la esencia de este último, se hace fácil explicar aquellos extraños fenómenos en los que un grado superior de inteligencia ha sido demostrado por las entidades del Kama-loka arrastradas hacia las séances mediúmnicas. Claro está que estos son casos en los que un “cascarón astral” actúa meramente como un espejo por medio del cual es reflejada la inteligencia del “médium”, como hay otros casos en los que los “elementales" hacen uso de esos “cascarones astrales”. Pero en aquellos casos en que las entidades del Kama-loka aparecen realmente y exhiben una relativa inteligencia, es debido a la esencia asimilada por el cuarto Principio durante su conexión con el quinto. Hay también casos en los cuales las entidades, en el Kama-loka, de los “suicidas” y de las personas que mueren de muerte no natural y por accidente, pueden aparecer y exhibir cierta inteligencia, porque esas entidades están obligadas a permanecer en el Kama-loka antes de que comience la lucha entre las afinidades astrales y las espirituales durante todo el período que hubiera debido pasar sobre la tierra si su muerte no se hubiera producido en las formas descritas. Las causas engendradas por ellos durante la vida terrena, no están todavía maduras para su evolución, y esas entidades deben esperar el tiempo necesario. Pero atraerlas hacia los círculos “mediúmnicos” es igualmente peligroso, como en los casos antes mencionados y por las mismas razones.

Los indos tienen horror a los “elementarios” y en lugar de atraerlos, ellos tratan por todos los medios posibles de desligarlos de la atmósfera terrestre. Cuando la lucha entre las afinidades inferiores y las aspiraciones elevadas del hombre ha terminado en el Kama-loka, tiene lugar la muerte astral en aquella esfera, tal como sucede con la muerte física en la tierra. La conmoción producida por esta muerte, lanza una vez más a la entidad a un estado de inconsciencia antes de su pasaje al Devachán. El “cascarón" que ha sido abandonado, puede manifestarse hasta que se desintegre, pero él nunca ha sido el verdadero hombre espiritual; y la relativa inteligencia demostrada por él, en algunas ocasiones, proviene de la radiación del aura que pudo asimilar durante su conexión con la individualidad espiritual. De su cuarto estado de existencia, la entidad vuelve a despertar en el Devachán las condiciones que, de acuerdo a los libros hindúes son: Salokata, Samipata y Sayujyata. En el estado más inferior, es decir, de Salokata, la entidad está sólo bajo la influencia del sexto y séptimo Principios, mientras que en el segundo estado, es decir, de Samipata, está totalmente cobijada2 por el séptimo.

Es sólo en el estado de Sayujyata, que la entidad está totalmente absorbida en su Logos, para ser de nuevo lanzada a la reencarnación, cuando ya ha gozado plenamente los efectos de las aspiraciones espirituales creadas por ella. Son sólo las entidades muy elevadamente espiritualizadas las que alcanzan este más elevado estado del Devachán. Como es natural, no tratamos aquí los casos de los Adeptos, pues como dice la Bhagavad-Gita, el Jñani alcanza aquel estado, desde el cual no se renace y que es llamado Moksha o Mukti.

 

T. Subba Row.

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